La boda de María y Rubén en Plasencia
Luz, emoción y elegancia
Hay bodas que parecen salidas de un sueño, y la de María y Rubén fue exactamente así. Un día luminoso, un entorno histórico y una historia de amor que se respiraba en cada mirada.
Desde primera hora, Plasencia amaneció bañada por un sol radiante y una temperatura ideal. Los preparativos se vivieron entre nervios, risas y pequeños momentos que anticipaban la emoción que estaba por venir. María, radiante, se preparaba rodeada de su familia, mientras Rubén ultimaba los detalles con la serenidad de quien sabe que está a punto de vivir uno de los días más importantes de su vida.
La Catedral de Plasencia, majestuosa y llena de historia, fue el escenario perfecto para un “sí, quiero” lleno de emoción. La entrada de María, la luz filtrándose entre los ventanales, la música envolviendo cada rincón… Todo parecía detenerse por un instante. Las miradas cómplices, las manos entrelazadas y los gestos sinceros hicieron que la ceremonia fuera tan auténtica como inolvidable.
Tras la ceremonia, los invitados se dirigieron al Parador de Plasencia, un lugar con un encanto especial donde historia y elegancia se funden a la perfección. Los muros de piedra, los arcos y los patios interiores crearon el escenario ideal para una celebración que combinó emoción, belleza y alegría.
El cóctel al aire libre, con una luz dorada que acariciaba cada detalle, dio paso a un almuerzo lleno de momentos únicos, brindis y sorpresas. La música, las risas y las miradas emocionadas llenaron el Parador hasta entrada la noche.
Fue una boda llena de vida, amor y autenticidad, donde cada detalle reflejaba la esencia de Rubén y María. Un día perfecto en todos los sentidos: emotivo, elegante y profundamente humano.
Sin duda, una celebración que quedará grabada en la memoria de todos los que tuvieron la suerte de vivirla… y en cada una de las imágenes que cuentan esta preciosa historia de amor.